Los Susurros del Cuerpo: Un Viaje al Mundo de los Sentimientos
Érase una vez, en un rincón mágico del mundo, un niño llamado Leo. Tenía una cabellera de rizos dorados que bailaban como hojas al viento y unos ojos curiosos que siempre estaban en busca de aventuras. Sin embargo, Leo tenía un pequeño problema: no sabía cómo expresar lo que sentía. A menudo, su cuerpo susurraba cosas que su boca no podía decir.
Un día, mientras caminaba por el bosque encantado, Leo se encontró con una puerta brillante, hecha de colores que jamás había visto. Al abrirla, fue transportado a un lugar maravilloso: el Reino de los Sentimientos. Allí, cada emoción tenía su propio hogar y su propia personalidad.
Al llegar, conoció a Suave Corazón, un pequeño corazón rojo que siempre estaba alegre. «¡Hola, Leo! ¿Por qué pareces tan confundido?», preguntó Corazón. “Creo que no sé lo que siento”, respondió Leo, sin saber que su cuerpo estaba comenzando a gritarle.
De pronto, un rugido resonó en el aire. Era el Monstruo del Miedo, una criatura grande y peluda que hacía temblar el suelo. “Leo”, dijo el monstruo con voz profunda, «tienes miedo de expresarte. ¡Lo siento en cada movimiento de tu cuerpo!» Leo dio un paso atrás, pero Suave Corazón lo animó. “No tengas miedo, Leo. Aquí todos aceptamos nuestros sentimientos”.
Luego, apareció la Llama de la Rabia, una pequeña fogata que chisporroteaba. Tenía una personalidad ardiente y una risa contagiosa. “A veces, siento que ardo por dentro y no sé por qué”, dijo la llama. “Puedes dejar que mi fuego te guíe”, sugirió.
Juntos, Corazón y Llama ayudaron a Leo a buscar el significado detrás de sus susurros. Fue entonces cuando conocieron a el Hada del Silencio, una criatura etérea que se movía con gracia. “A veces, los susurros son mensajes importantes”, explicó Hada. “Si te sientas, respiras profundo y escuchas, entenderás”.
Leo cerró los ojos, sintió el latido de Suave Corazón, el calor de Llama y el susurro de Hada. “Siento que los demás me observan y eso me asusta”, confesó, sintiéndose ligero al decirlo. “¡Eso es perfecto! Aceptar tus sentimientos es el primer paso”, dijo Suave Corazón.
Con cada confesión, Leo se dio cuenta de que sus emociones no eran monstruos, sino partes de él que sólo necesitaban ser entendidas. La Llama le mostró cómo canalizar su energía, mientras el Corazón le enseñó a expresar su alegría y tristeza.
Cuando sintió que podía hablar con su cuerpo, Leo hizo un hermoso dibujo en la arena, que era una representación de todas sus emociones: un sol dorado para la alegría, nubes grises para la tristeza, y llamas danzantes para la rabia.
“¡Mira, Leo! Tu cuerpo ha susurrado sus historias”, exclamó Suave Corazón. Leo sonrió al ver cómo cada sentimiento era una parte valiosa de quién era. Aquella aventura no sólo le ayudó a entenderse mejor, sino que susurra ya no eran gritos, sino canciones que podía compartir con el mundo.
Al regresar al bosque real, Leo se sentía ligero y poderoso, como si cada emoción fuera un tesoro. Y aunque aún podía sentir al Monstruo del Miedo de vez en cuando, ahora sabía que con ayuda y amor, siempre podía encontrar su voz.
Y así, Leo aprendió que los susurros del cuerpo son amigos que siempre están listos para guiarnos. Para cada emoción, hay una historia que contar.
¿Tú también has sentido susurros en tu cuerpo? ¿Cómo les cuentas tu historia?
#cuento terapéutico sobre la expresión corporal