Capítulo 1: El Pequeño Lío y su Mundo de Color
Había una vez un niño llamado Lío, que vivía en un pueblo donde la rutina se parecía a un río sin corriente. Cada día, Lío iba a la escuela y regresaba a casa, donde sus juguetes y su vida parecían haber olvidado cómo jugar. Pero en su corazón, Lío guardaba un gran secreto: un jardín lleno de sueños y colores brillantes.
Capítulo 2: El Jardín Mágico
Una tarde nublada, cuando Lío se sentía especialmente gris, decidió aventurarse en el bosque detrás de su casa. Mientras caminaba, sintió una suave brisa que le susurraba al oído. Siguiendo ese susurro mágico, Lío llegó a un lugar que nunca había visto antes. Era el Jardín de los Sueños, donde cada planta era una idea y cada flor una emoción.
«¡Hola, Lío!», llamó una voz suave. Era la Hada de la Imaginación, con alas que brillaban como estrellas. “Estás aquí porque tu corazón quiere jugar, ¿verdad?”
Lío asintió lentamente. Había estado sintiéndose triste y sin ganas de soñar. “No sé cómo,” murmuró.
Capítulo 3: Los Personajes del Jardín
“¡Deja que te ayude!” dijo la Hada, mientras guiaba a Lío por el jardín. Allí conoció a varios personajes curiosos: el Monstruo del Miedo, que se escondía detrás de las sombras, la Llama de la Rabia, que a veces ardía a su alrededor, y el Hada del Silencio, que ayudaba a escuchar los susurros del corazón.
Cada uno de ellos estaba ahí por una razón. El Monstruo del Miedo, aunque parecía grande y aterrador, solo quería que Lío le prestara atención y le contara lo que le preocupaba. La Llama de la Rabia, que a veces se encendía sin razón, necesitaba ayuda para calmarse y encontrar maneras de expresar sus sentimientos. El Hada del Silencio le enseñó a escuchar la música de sus propios pensamientos.
Capítulo 4: Un Juego de Sentimientos
Lío decidió jugar a un juego: invitó a todos a unirse a una danza. “Vamos, Monstruo del Miedo, tú también puedes bailar. No necesito esconderme de ti”. Para su sorpresa, el Monstruo en lugar de asustar, movió sus patas torpemente, haciéndolo reír.
Y así, Lío compartió con ellos sus sentimientos. Mientras bailaban, comprendió que sus miedos, rabias y silencios eran parte de él; no eran monstruos a los que debía temer, sino amigos que necesitaban ser escuchados. Sentía que el jardín se volvía cada vez más brillante a medida que se permitía explorar cada emoción.
Capítulo 5: La Transformación
Con cada paso de baile, Lío se sentía más ligero. El Monstruo del Miedo se encogió un poco, como si la risa de Lío lo hubiera llenado de valentía. La Llama de la Rabia se volvió un suave resplandor, lo que le permitió sentir y expresar su enfado sin temor. Y el Hada del Silencio, al ver que Lío estaba abierto a escuchar, le regaló un pequeño rayo de luz que le ayudaba a meditar y sintonizar con sus propios pensamientos.
Al final de la danza, Lío sintió que había crecido. Al despedirse de sus nuevos amigos, les prometió volver a jugar y escuchar. “No soy solo mi miedo o mi rabia. Soy todo esto, y eso me hace especial”, les dijo con una sonrisa.
Capítulo 6: Regreso a Casa
Al salir del jardín, Lío miró hacia atrás y vio cómo el Jardín de los Sueños brillaba con colores más vivos que nunca. Caminó de regreso a casa sintiéndose lleno de luz y amor, con la certeza de que el jardín siempre estaría allí para recibirlo cada vez que lo necesitara.
En su habitación, Lío miró sus juguetes, y esta vez, les sonrió. La vida sería un poco más colorida, porque ahora sabía que sus emociones eran herramientas para crear nuevas historias y aventuras.
Epílogo: ¡Bienvenido Imaginación!
Lío se preguntó: “¿Cómo puedo usar mi imaginación para hacer de cada día una nueva aventura?” Y así, cada vez que se sentía triste o confundido, en lugar de esconderse, se atrevería a entrar en su propio Jardín de los Sueños.
Y tú, ¿qué aventuras guardarías en tu jardín?
#cuento terapéutico sobre el uso de la imaginación




