El Jardín de los Sentimientos Perdidos
En un rincón del mundo, donde el sol y la luna danzaban juntos en el cielo, existía un lugar mágico llamado el Jardín de los Sentimientos Perdidos. Este jardín era especial, ya que estaba lleno de flores que representaban todo tipo de emociones: alegría, tristeza, miedo, y, sobre todo, culpa.
Presentación del Protagonista
En una pequeña aldea cercana, vivía una niña llamada Lila, quien tenía un corazón grande y lleno de colores. Sin embargo, un día, Lila hizo algo que la hizo sentir un nudo en el estómago: había roto sin querer el dibujo favorito de su hermano mayor, Tomás. Desde entonces, Lila se sentía abrumada por una nube gris llamada Culpa, que siempre la seguía.
El Viaje al Jardín
Un día, Lila decidió aventurarse al Jardín de los Sentimientos Perdidos, donde esperaba encontrar respuestas. Al cruzar la puerta de espacio tornasolado, se encontró rodeada de flores brillantes y aromas frescos. Las flores danzaban suavemente al viento, y el cielo estaba pintado de colores brillantes.
Encuentro con Personajes Simbólicos
Durante su paseo, Lila conoció a un grupo de personajes encantadores:
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- La Flor de la Alegría, que reía y brillaba como el sol.
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- La Raíz de la Tristeza, que tenía hojas verde oscuro y le susurraba cosas suaves.
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- El Monstruo del Miedo, que parecía aterrador, pero solo quería un abrazo.
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- Y, por supuesto, la Brisa de la Cortesía, que siempre sabía qué decir para calmar los corazones.
Cuando Lila se acercó a la Flor de la Alegría, le contó sobre la culpa que sentía. «¿Sabes? A veces, las cosas no salen como queremos,» dijo la flor con su dulce voz. «Pero también podemos aprender de ello.»
Conflicto Emocional
Sin embargo, el nudo en el estómago de Lila no desaparecía. Fue entonces cuando se encontró con la Sombra de la Culpa, una figura oscura que le susurraba cosas tristes al oído. «No eres buena hermana,» decía la sombra. Lila, asustada, se quedó quieta, sintiendo cómo la culpa la envolvía.
Al ver su inquietud, el Monstruo del Miedo se acercó. «¡Oye! No tengo de qué temer, soy solo una ilusión. La verdadera fuerza está en ti.» Las palabras del monstruo resonaron en su corazón, y Lila decidió enfrentar a la sombra.
La Reflexión Emocional
Con un profundo suspiro, Lila se dio cuenta de que, aunque había cometido un error, eso no definía quién era. «¡Soy más que un error!», pensó. Logró recordar todos los momentos en los que había hecho cosas buenas por su hermano. Se sentía más ligera.
La Resolución Mágica
Entonces, la Raíz de la Tristeza se acercó. «¿Puedes usar esta culpa para crecer en sabiduría?» le preguntó. Lila asintió y habló con su corazón. «Tomás, lo siento mucho. No quise romper tu dibujo. ¿Me perdonas?» La sombra comenzó a desvanecerse, y Lila sintió una ráfaga de aire fresco: la Brisa de la Cortesía estaba soplando, trayendo calma.
El Cierre Esperanzador
Cuando Lila regresó a casa, sabía que la culpa, aunque a veces dolorosa, podía enseñarla a ser mejor y más compasiva. Encontró a Tomás en su habitación, y con una voz suave dijo: «Me disculpo. ¿Podemos crear juntos algo nuevo?»
Y así, entre risas y colores, los hermanos trabajaron juntos, y la culpa se convirtió en un recuerdo lejano, pero valioso.
Epílogo Reflexivo
El Jardín de los Sentimientos Perdidos siempre le recordará a Lila que de cada emoción, incluso de la culpa, se pueden aprender grandes lecciones.
Y tú, querido lector, ¿qué emoción te gustaría aprender a entender mejor?
#cuento terapéutico sobre la culpa





