El Jardín de las Sueños Libres

El Jardín de los Sueños Libres

Había una vez, en un rincón mágico del mundo, un jardín escondido donde crecían las flores más hermosas y extrañas. Este jardín se llamaba "El Jardín de los Sueños Libres". Cada flor representaba un sueño que germinaba en el corazón de los niños.

En el centro del jardín vivía una niña llamada Lía. Lía tenía una melena rizada que parecía moverse con el viento, y unos ojos brillantes llenos de preguntas sobre el mundo. Sin embargo, a veces Lía sentía una sombra oscura en su corazón, una rebelión que la hacía desobedecer las reglas de su hogar y de la escuela. La niña quería ser libre y hacer lo que ella quisiera, pero no siempre se sentía comprendida.

Una mañana, mientras el rocío brillaba sobre las hojas, Lía decidió explorar el jardín. Al caminar, se encontró con un extraño arbusto que no había visto antes. Se acercó, y una flor grande y colorida se abrió, revelando a una pequeña criatura llamada Reni, el Hada de los Sueños.

—¡Hola, Lía! —dijo Reni con una voz suave—. He estado esperando a que vinieras. He visto tu lucha por ser libre. ¿Quieres jugar?

Lía asintió, ansiosa por compartir su confusión. A medida que el Hada guiaba a Lía por el jardín, cada flor les contaba una historia diferente sobre los sueños de los niños. Pero había una flor triste, marchita y oscura en una esquina escondida.

—¿Por qué está esa flor tan triste? —preguntó Lía.

—Esa flor —dijo Reni— representa el Monstruo del Miedo. Muchos niños la han dejado crecer al sentir que no pueden ser libres. A veces, su miedo les hace desobedecer sin saber por qué.

Lía sintió un nudo en su estómago. Ella no quería que su rebeldía viniera del miedo, pero a veces, sentía que no podía controlarla.

—¿Y cómo puedo ayudarla? —preguntó, mirando a la flor.

Reni sonrió.

—A veces, lo más importante es hablar con lo que sentimos. ¿Te gustaría intentar?

Lía tomó aire y se acercó a la flor marchita.

—Hola, flor triste. Me llamo Lía. ¿Por qué no creces feliz como las demás?

Para su sorpresa, la flor le respondió con un susurro tembloroso.

—Temo ser olvidada y que nunca nadie me escuche.

Lía se sintió identificada. A veces, ella también sentía que su voz no era escuchada y eso la llevaba a rebelarse.

—No estás sola. Yo también necesito que se escuche mi voz. Tal vez, podamos ayudarnos mutuamente.

Juntas, Lía y la flor empezaron a narrar historias sobre sus miedos y sueños. Poco a poco, la flor comenzó a florecer, su color se volvió más brillante y su aroma dulce llenó el jardín. Lía, al compartir su corazón, se sintió más ligera.

—Gracias, Lía —dijo la flor, ahora radiante—. Has descubierto el poder de tus sueños. A veces, ser libre no significa hacer lo que se quiera sin pensar; se trata de escuchar lo que sentimos y encontrar lo que realmente queremos.

Al igual que el jardín, Lía se transformó. Comprendió que su rebeldía venía de no sentirse escuchada, así que decidió hablar de sus sentimientos en lugar de actuar sin pensar.

Cuando Lía regresó a casa, sus padres notaron un cambio en ella. Se sentía más tranquila y comenzó a expresar sus emociones con palabras. Su rebeldía se convirtió en diálogo, y se dio cuenta de que ¡ser libre podía ser tan hermoso como el Jardín de los Sueños Libres!

Desde aquel día, siempre que Lía se sentía confundida, cerraba los ojos y visitaba su jardín mágico, donde hablaba con las flores y escuchaba su sabiduría.

Y así, el Jardín de los Sueños Libres se convirtió en un lugar especial donde todos los soñadores podían encontrar apoyo y palabras para sus corazones.

Reflexión:

¿Qué harías tú si pudieras hablar con una flor sobre tus sentimientos?

#cuento terapéutico sobre la rebeldía

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