El Jardín de las Mariposas que Aprendieron a Volar

Había una vez, en un rincón encantado del mundo, un mágico Jardín de Mariposas. Este jardín era especial, porque todas las mariposas que vivían allí tenían un poder único: podían cambiar su color, sus alas y hasta la forma en que volaban. Sin embargo, había una pequeña mariposa llamada Lila que no podía volar como las demás.

Lila siempre observaba a sus amigas mientras danzaban con gracia entre las flores. Aunque su corazón se llenaba de alegría al verlas, también un pequeño bicho llamado Miedo se instalaba en su pecho. «Nunca podré volar como ellas», pensaba. «Seré la única mariposa que siempre se queda en el suelo».

Un día, mientras Lila se sentaba triste en una hoja, escuchó una melodiosa voz. Era el Hada del Silencio, un ser mágico que sabía escuchar los sentimientos y pensamientos de los demás. Se acercó a Lila y le dijo: «¿Por qué te sientes tan pesada, pequeña mariposa?»

Lila suspiró y explicó su tristeza. «Quiero volar como las demás, pero no sé cómo adaptarme al cambio. Todo me parece tan aterrador», dijo Lila, mirando al suelo. El Hada del Silencio sonrió con ternura y le respondió: «El miedo a veces nos impide crecer. Pero aquí en el Jardín de Mariposas, tenemos un secreto mágico».

Intrigada, Lila preguntó: «¿Cuál es ese secreto?» El Hada del Silencio hizo un gesto con su varita y unas suaves luces de colores comenzaron a flotar por el aire. «Cada mariposa tiene su propio ritmo y forma de volar. Cada cambio que experimentamos es una nueva oportunidad para aprender y crecer. ¿Te gustaría jugar un poco?»

Lila, un poco nerviosa, aceptó. Primero, el Hada del Silencio le pidió que cerrara los ojos y respirara hondo. «Imagina que cada alita que batimos nos llena de confianza. Siente el poder que ya tienes dentro de ti». Lila respiró profundamente y, en su mente, visualizó su vuelo entre las flores.

Luego, el Hada la guió en un juego de imitación. «Imita a tus amigas. Intenta sentir lo que ellas sienten al volar». Lila movía sus alas con un poco de torpeza al principio, pero poco a poco se dejó llevar. Recordó los colores vibrantes de las mariposas y cómo se reían cuando volaban. Con cada movimiento, el bicho del Miedo se hacía más pequeño.

Después de un rato, el Hada del Silencio dijo: «Ahora es momento de intentar volar de verdad. ¿Estás lista?»

Lila sintió un cosquilleo en su vientre. «Sí», respondió, aunque no estaba completamente segura. El Hada la animó: «Recuerda, no necesitas ser como las demás. Tu vuelo es único y especial».

Con un suave salto, Lila extendió sus alas. Al principio, se tambaleó, pero después de unos intentos, comenzó a elevarse, sintiendo la brisa acariciar sus alas. Cada parpadeo del sol iluminaba sus colores, y el Jardín se llenó de risas y alegrías.

Cuando finalmente aterrizó, fue recibida con aplausos de sus amigas. «¡Bravo, Lila! ¡Has volado!», dijeron, y en ese momento, Lila entendió que no necesitaba compararse con nadie. El miedo había dejado de ser un bicho en su pecho y se había convertido en un suave recordatorio de que era normal sentir un poco de ansiedad frente a los cambios.

De vuelta al Hada del Silencio, Lila le agradeció por ayudarla a descubrir su valor. «Ahora sé que puedo volar a mi propio ritmo», dijo con una sonrisa. El Hada asintió y le dijo: «Siempre recuerda, cada cambio es una oportunidad. Lo importante es que encuentres tu manera de adaptarte».

Y así, Lila, en su Jardín de Mariposas, aprendió a volar. No solo con sus alas, sino también con su corazón.

Cierre: El Jardín de Mariposas nos enseña que, a veces, el miedo puede hacer que nos sintamos inseguros, pero siempre podemos encontrar un camino para adaptarnos a los cambios. ¿Y tú, qué cambio te gustaría aprender a enfrentar?

#cuento terapéutico sobre la adaptación al cambio

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