El Jardín de las Estrellas y el Corazón Valiente

Presentación del Protagonista

Había una vez un niño llamado Leo. Leo vivía en un pequeño pueblo donde todos iban a la escuela, y siempre sentía que tenía que ser el mejor. Aunque le gustaban las matemáticas y la lectura, la competencia le generaba un gran miedo, como si llevara una mochila pesada llena de piedras.

Un Mundo Imaginativo

Un día, mientras jugaba en el campo, Leo descubrió un camino iluminado por pequeñas luces brillantes. Curioso, lo siguió y llegó a un lugar mágico llamado El Jardín de las Estrellas. Era un jardín lleno de flores de colores que reflejaban luces que parecían estrellas, y el aire olía a caramelo y libertad.

Personajes Simbólicos

En el jardín, Leo conoció a Luz, una estrella brillante que era el símbolo de la alegría. Luz tenía una risa contagiosa que hacía que las flores bailaran. También vio a Miedito, un pequeño monstruo cubierto de sombras que susurraba cosas aterradoras sobre la competencia. Miedito decía: «Si no eres el mejor, nunca serás feliz».

Leo también encontró a Calma, una suave hada que lo abrazaba con su brillo tranquilizante. «No tienes que ser el mejor, Leo. Lo importante es disfrutar del camino», le dijo, mientras las estrellas titilaban con su luz serena.

El Conflicto Emocional

Al principio, Leo se sintió confundido. Las palabras de Miedito lo llenaban de dudas, mientras que Luz y Calma le recordaban que todos somos especiales a nuestra manera. Se preguntaba: «¿Qué pasaría si no era el mejor en la escuela? ¿Perdería la alegría?».

Leo recordó una vez en clase, cuando había sentido una chispa de felicidad al ayudar a un compañero con un problema de matemáticas. De repente, se dio cuenta de que ser valiente no siempre significaba ganar; a veces, significaba ser amigo y compartir.

La Resolución del Conflicto

Entonces, Leo decidió tener una conversación con Miedito. «¿Por qué siempre me dices que tengo que ser el mejor?», preguntó. Miedito, sorprendido, respondió: «Porque tengo miedo de no ser necesario».

Leo, utilizando su nuevo Corazón Valiente, le dijo: «No tienes que ser necesario si decidimos apoyarnos mutuamente. No estoy solo en esto, y eso es lo que importa».

Con ese diálogo, el jardín se iluminó aún más, las flores empezaron a brillar con una luz alegre, y Miedito, sintiendo la empatía de Leo, se convirtió en un pequeño rayo de luz que danzaba a su alrededor.

Cierre Esperanzador

Desde entonces, Leo visitaba el Jardín de las Estrellas siempre que se sentía abrumado. Aprendió que la verdadera competencia era con uno mismo, no con los demás. Y cada vez que ayudaba a un amigo o disfrutaba aprendiendo algo nuevo, se sentía más ligero, como si las piedras en su mochila se fueran desvaneciendo.

A partir de ese día, el jardín no solo fue un lugar mágico para Leo, sino un recordatorio de que cada estrella tiene su propio brillo, y todos brillan juntos en el cielo.

Pregunta Reflexiva

Y tú, querido amigo, ¿qué haces para convertirte en una estrella en tu propio jardín?

#cuento terapéutico sobre la competencia escolar

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