El Jardín de las Estrellas que Nunca se Apagan
Presentación del Protagonista
En un pequeño pueblo donde las estrellas brillaban cada noche, vivía una niña llamada Luna. Luna tenía un corazón grande, pero a veces se llenaba de miedo al pensar en la idea de perder a las personas que amaba. Ya sea su mejor amiga Sol, su abuela que le contaba cuentos, o incluso su pequeño perrito Nube, cada vez que pensaba en que podría quedarse sola, su corazón se sentía como si cargara una pesada piedra.
Un Mundo Imaginativo
Una noche, mientras miraba al cielo, Luna vio un destello brillante que la invitaba a seguirlo. La luz la llevó a un mágico jardín escondido entre las nubes: El Jardín de las Estrellas que Nunca se Apagan. En este jardín, cada estrella brillaba con una luz especial, y había criaturas encantadoras que danzaban entre las flores de colores.
Personajes Simbólicos
Luna conoció a Estrellita, un pequeño ser que brillaba más que cualquier estrella. Ella era la guardiana de las emociones. Estrellita le explicó que cada estrella representaba un recuerdo feliz y que, aunque las personas pudieran irse, siempre llevarían un pedacito de luz en su corazón.
El Monstruo del Miedo, con unos ojos grandes y patas tontas, también habitaba en el jardín. Cada vez que Luna se sentía triste o asustada, él aparecía para jugar con sus miedos. Pero a pesar de ser un poco aterrador, Luna se dio cuenta de que el monstruo solo quería que ella aprendiera a enfrentar esos temores.
Desarrollando el Conflicto Emocional
Luna se sentó con Estrellita y le confesó su miedo. “¿Qué sucede si un día no puedo ver más a Sol o a mi abuela?” preguntó, mientras su voz temblaba como el viento suave. Estrellita sonrió y le dijo: “El amor no se apaga, Luna. Cada recuerdo que creas se convierte en una estrella. Las estrellas siempre vuelven a brillar si miras hacia el cielo de tu corazón”.
El Monstruo del Miedo se acercó y dijo: “Puedes hacer un trato conmigo. En lugar de esconderte de tu miedo, ¡vamos a jugar con él! Cuéntame todas tus preocupaciones y dejemos que se transformen en estrellas”. Así que Luna, poco a poco, comenzó a compartir sus pensamientos, convirtiendo sus preocupaciones en pequeñas luces que flotaban alrededor de ella.
La Resolución del Conflicto
Mientras Luna jugaba con sus miedos, comprendió que el amor y los recuerdos eran más poderosos de lo que imaginaba. Cada vez que se sentía asustada, miraba hacia las estrellas y se recordaba a sí misma que siempre tendría esos momentos especiales en su corazón.
Al final del juego, El Monstruo del Miedo le dijo: “¿Ves cómo, al compartir tus sentimientos, se vuelven más pequeños? Puedes elegir regresar aquí siempre que necesites recordar que no estás sola”.
Luna sintió una calidez en su pecho; cada estrella brillaba con más fuerza. Agradecida, dio un abrazo a Estrellita y se despidió del jardín. Se sintió llena de luz, lista para enfrentar sus miedos con amor y esperanza.
Cierre Esperanzador
Esa noche, mientras miraba al cielo estrellado desde su ventana, Luna sonrió. “El amor nunca se apaga”, pensó, viendo cada estrella brillar intensamente. Y aunque aún podía sentir un poquito de miedo a veces, sabía que siempre tendría su jardín de estrellas en su corazón.
Y así, cada vez que Luna miraba al cielo, sabía que nunca perdería el amor de las personas que eran importantes para ella.
Reflexión Final
¿Y tú, querido lector, qué estrellas llevas en tu corazón? Recuerda que aquellos a quienes amas siempre brillarán en tus recuerdos, sin importar dónde estén.
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