El Jardín de las Estrellas Olvidadas
Presentación del protagonista
Érase una vez, en un pequeño pueblo lleno de risas y juegos, un niño llamado Leo. Leo era un explorador intrépido, le encantaba correr sobre la suave hierba y construir castillos en los árboles. Pero había algo que a veces lo mantenía alejado de las aventuras: su tablet. Cada vez que encendía la pantalla y veía sus juegos favoritos o videos divertidos, el tiempo se deslizaba entre sus dedos como arena en un reloj. A veces, se olvidaba de salir a jugar con sus amigos.
Un mundo imaginativo
Una tarde, mientras Leo estaba inmerso en un nivel complicado de su juego, una brisa mágica sopló por la ventana. El aire se llenó de chispeantes destellos, y de repente, se encontró en un lugar maravilloso: El Jardín de las Estrellas Olvidadas. Era un jardín deslumbrante, lleno de flores luminosas que brillaban como estrellas y cuyas raíces estaban conectadas con sueños y recuerdos.
Personajes simbólicos
En el centro del jardín, Leo conoció a Mia, un hada cuyo brillo se asemejaba al de una estrella fugaz. Mia tenía un rostro lleno de bondad y una sonrisa que iluminaba el lugar. “Bienvenido, Leo”, dijo con una voz suave. “Aquí cuidamos de las estrellas olvidadas, de los sueños que han sido dejados de lado”.
A su lado, un pequeño monstruo verde, llamado Grog, temía perder la luz de su estrella porque pasaba demasiado tiempo mirando la pantalla de un cristal en su cueva. “Mis amigos ya no vienen a jugar conmigo”, se lamentó Grog, con ojos tristes.
Desarrollo del conflicto
Leo empezó a compartir con Mia y Grog. Él también había sentido que a veces sus amigos estaban lejos, aunque vivían cerca. Había momentos tristes en su corazón cuando se daba cuenta de que pasaba demasiado tiempo mirando la pantalla de su tablet. “Pero es tan divertido…”, decía Leo, un poco confundido.
Mia sonrió y lo llevó a dar un paseo por el jardín. “¿Ves esas flores?” preguntó señalando unas margaritas brillantes. “Cada una representa una estrella de un sueño. Cuando juegas con tus amigos, nuevas estrellas florecen. Pero cuando te alejas, las estrellas se apagan un poco”.
Leo sintió un nudo en su pecho. Comenzó a comprender que, aunque las pantallas eran divertidas, había un mundo lleno de amigos y risas que también merecía su atención.
Resolución del conflicto
Con la ayuda de Mia y Grog, Leo decidió hacer un experimento. Juntos, plantaron semillas de sueños, mientras hablaban de sus mejores momentos jugando en el jardín. Cada vez que recordaban una risa, una flor brillaba más intensamente, llenando el aire de alegría.
Leo se dio cuenta de que, aunque las pantallas podían ser divertidas, los momentos compartidos con sus amigos eran tesoros aún más valiosos. Cada vez que abría su tablet, se comprometía a tomar un descanso y salir al jardín,ilar con sus amigos.
Cierre esperanzador
Finalmente, Leo agradeció a Mia y a Grog por abrirle los ojos. “Siento que mis estrellas están regresando”, dijo mientras acariciaba a Grog. El pequeño monstruo sonrió, iluminándose con un brillo verde. “Y yo voy a invitar a mis amigos a jugar”, agregó.
Cuando Leo regresó a casa, se sintió ligero y lleno de energía. Había aprendido que cada rayo de luz en su jardín representaba momentos que podía compartir con sus amigos, y que siempre habría tiempo para disfrutar de ambos mundos: el real y el digital, siempre que encontrara un equilibrio.
Reflexión
En su corazón, Leo guardó un nuevo deseo: cuidar de sus estrellas y nunca dejar que se olvidaran. Y así, cada vez que miraba su tablet, recordaba el jardín y sonreía.
Y tú, querido amigo, ¿cuándo fue la última vez que jugaste fuera en el jardín de tus sueños?
#cuento terapéutico sobre el uso de pantallas