Había una vez en un pueblo pequeño y tranquilo, un niño llamado Leo. Leo era un niño curioso, lleno de preguntas, pero también tenía un secreto: tenía miedo de los cambios. A veces, cuando su maestra le anunciaba una nueva actividad o cuando su mamá le decía que se mudaban, su corazón latía fuerte y su estómago se llenaba de mariposas inquietas.
Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, escuchó un susurro en el aire. Era el viento, que pasaba ligero y suave, como si estuviera llamándolo. "¡Ven, Leo! ¡Aventura aguarda!" dijo el viento, de una manera melódica.
Intrigado, Leo decidió seguir el sonido. Al adentrarse en el bosque, se encontró en un lugar mágico. Los árboles eran altos y alegres, y las flores danzaban al ritmo de la brisa. Allí, conoció a una criatura mágica: el Hada de la Transformación. Tenía alas brillantes que cambiaban de color como las hojas en otoño.
“Hola, Leo,” sonrió el Hada de la Transformación. “He visto que a veces sientes miedo cuando algo nuevo llega a tu vida. Pero, ¿sabes? Cambiar es como el viento. A veces, nos lleva a lugares maravillosos.”
Leo frunció el ceño. “Pero el viento a veces trae tormentas. No quiero que me sorprenda lo inesperado. Me da miedo.”
El Hada lo miró con comprensión. “Eso es normal, querido. Conocer lo desconocido puede ser asustador, pero también puede ser divertido. Ven, hagamos un juego.”
El Hada le llevó a un claro donde se encontraban el Monstruo del Miedo y la Llama de la Rabia. El Monstruo del Miedo era grande, y sus ojos temerosos hacían que Leo se sintiera pequeño. Pero el Hada le dio una sonrisa alentadora.
“Cierra los ojos, Leo. Respira profundo. Imagina que estás abrazando a tu miedo, como si fuera un amigo que está asustado. Dale un abrazo. ¿Qué sientes?”
Leo respiró hondo y cerró los ojos. Se imaginó abrazando al Monstruo del Miedo. Poco a poco, se dio cuenta de que el Monstruo no era tan aterrador. “Lo siento, amigo,” susurró Leo. “También tengo miedo”.
El Monstruo del Miedo comenzó a cambiar, poco a poco se hizo más pequeño y comenzó a brillar con una luz cálida. “Gracias, Leo. A veces solo necesito que alguien sepa que estoy aquí”, dijo, antes de desvanecerse en un susurro de aire.
“A veces, el primer paso es entender a lo que tememos”, dijo el Hada. Luego, Leo se dio cuenta de que la Llama de la Rabia también tenía algo que enseñarle. Él comenzaba a hablar con ella, y juntos compartieron lo que sentían.
Cuando terminaron de jugar, el Hada de la Transformación le dijo a Leo: “Los cambios son como el viento: a veces pueden ser desafiantes, pero siempre te llevan a explorar nuevas aventuras”.
Leo sonrió, sintiéndose más ligero. “El viento no solo lleva cosas fuera, también trae cosas nuevas”, pensó.
Regresó a casa con el corazón lleno de esperanza y gratitud. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, miró por la ventana. El viento soplaba suavemente. “Hoy aprendí que los cambios pueden ser hermosos”, se dijo Leo.
Y así, con un nuevo abrazo en su corazón, Leo se durmió, listo para las aventuras que el día siguiente le traería.
Moraleja: Los cambios pueden dar miedo, pero también pueden llevarnos a lugares maravillosos si les damos una oportunidad.
Pregunta reflexiva: ¿Qué cambio te gustaría abrazar en tu vida?
#cuento terapéutico sobre el miedo a los cambios




