El abrazo de las estrellas: un viaje a casa.
Había una vez, en un rincón del universo, un pequeño planeta llamado Lumina. En Lumina habitaban seres luminosos que brillaban con colores suaves y bellos. Sin embargo, uno de ellos, un niño llamado Estelito, sentía que a veces su luz disminuía.
Estelito era un ser curioso y lleno de sueños, pero también sentía un nudo en su estómago cuando pensaba en lo que había dejado de lado: la conexión con su familia. Últimamente, había estado más enfocado en sus juegos y olvidaba pasar tiempo con su abuela, quien siempre le contaba historias llenas de magia.
Una noche, mientras miraba las estrellas, Estelito sintió que algo lo llamaba. Las estrellas brillaban con fuerza y parecía que le susurraban: “¡Ven! ¡Te llevaremos a un lugar especial!” Sin pensarlo, se dejó llevar. De repente, se vio rodeado por un bello bosque encantado, donde las hojas eran de cristal y cada árbol era un reflejo de su propia luz.
En ese mágico lugar, se encontró con tres personajes que lo esperaban:
- El Monstruo del Miedo, que se escondía detrás de los árboles, con un rostro triste. “¿Por qué te alejas de los tuyos?” preguntó con una voz temblorosa.
- La Llama de la Rabia, que chisporroteaba en un rincón, pero que en lugar de asustarlo, emanaba un suave calor. “A veces, me siento solo y frustrado,” confesó Estelito.
- El Hada del Silencio, que lo abrazó suavemente. “A veces, es en el silencio donde encontramos las respuestas,” susurró con voz melodiosa.
Estelito sintió que cada uno de estos personajes representaba una parte de él. Se sentó en el suelo y decidió hablar con ellos. A través del diálogo, compartió sus miedos y su rabia, y comprendió que no era solo culpa de los otros, sino que él también podía hacer algo.
«Si amo a mi abuela, puedo mostrarle mi luz,» pensó. Con el apoyo del Hada del Silencio, cerró los ojos y respiró hondo, dejando que su luz brillara más fuerte.
Al abrir los ojos, el bosque había cambiado. Las estrellas se habían acercado. Cada estrella era como un abrazo lleno de amor y comprensión. Las voces de su familia resonaban en el aire, recordándole momentos felices, risas y abrazos cálidos.
Estelito sintió que su corazón latía con fuerza. “¡Quiero regresar!” exclamó. En un destello, la magia del bosque lo llevó de vuelta a Lumina, donde su abuela lo esperaba, con una sonrisa amorosa.
Desde ese día, Estelito prometió pasar más tiempo con su abuela, contarle sobre su viaje y escuchar las historias que tanto amaba. Comprendió que cada vez que se sentía triste o enojado, podía hablar con su Monstruo del Miedo y su Llama de la Rabia, pero también tenía el Hada del Silencio para guiarlo a la conversación y la conexión.
Y así, en Lumina, cada noche, el pequeño niño brillaba aún más, llevando consigo el abrazo de las estrellas y un rincón especial en su corazón para su familia.
Fin
Reflexión: ¿Cómo puedes mostrar tu luz a las personas que amas?
#cuento terapéutico sobre la conexión familiar