Bajo el Árbol de los Sueños: El Poder de Ser Amigo
Había una vez un pequeño pueblo llamado Colorín, donde todos los días amanecía con un sol radiante que iluminaba un magnífico árbol en el centro de la plaza. Este no era un árbol común, no. Era el Árbol de los Sueños, cuyas hojas brillaban como estrellas y sus ramas susurraban secretos suaves al viento. Los niños del pueblo se reunían allí para compartir risas y sueños, pero había uno que siempre se quedaba al margen: Leo, un león de pelaje dorado pero con un corazón que a veces se sentía herido.
Leo tenía un amigo, un pequeño ratón llamado Tino, que siempre estaba a su lado. Sin embargo, a menudo, Leo no se daba cuenta de lo importante que era Tino. Cuando jugaban, Leo a veces se olvidaba de incluir a Tino, pensando que, al ser tan pequeño, no le interesaban los mismos juegos. Y, aunque Tino siempre sonreía, sus ojitos se nublaban de tristeza cuando Leo se lanzaba a aventuras sin él.
Un día, mientras el sol brillaba y el aroma de las flores llenaba el aire, el Árbol de los Sueños comenzó a temblar. Una sombra oscura surgió de las raíces y, de su tronco, apareció la Hada de los Sentimientos, que relucía con colores vibrantes. Con una voz suave y melodiosa, le dijo a Leo:
—Querido león, en tu corazón habita una chispa dorada, pero a veces se oculta entre las nubes. Tienes un gran poder: el de ser amigo. Pero, ¿sabes que a veces el secreto de la amistad está en escuchar y compartir?
Leo, confundido, miró a Tino, who miraba al suelo, con sus orejas caídas. El león sintió una pequeña punzada en su pecho.
—¿Qué puedo hacer, Hada? —preguntó Leo, sintiendo que su corazón quería aprender.
La Hada extendió una mano mágica y, de repente, el mundo a su alrededor comenzó a cambiar. Se encontraron en un jardín mágico lleno de colores brillantes, donde cada planta representaba una emoción. Un árbol se inclinó hacia ellos y dijo:
—Soy el Árbol del Respeto. Para crecer fuertes y sanos, los amigos deben cuidarse mutuamente.
De inmediato, Leo comprendió que, al no incluir a Tino, no estaba mostrando respeto por su corazón. Se sintió muy triste, pero la Hada intervino suavemente.
—No te preocupes, Leo. Reconocer tus sentimientos es el primer paso hacia ser un buen amigo. ¿Quieres intentar algo mágico?
Con un pequeño movimiento de su varita, la Hada los llevó a un juego de aventuras. "El Laberinto de los Sueños" retaba a los participantes a encontrarse mientras enfrentaban sus propios miedos. Con cada paso que tomaban, Leo y Tino tenían que decir en voz alta lo que sentían.
—Siento que me da miedo perderte, Tino —dijo Leo, liberando una chispa dorada de su corazón.
Tino, con su voz quebrada, respondió:
—Y yo siento que a veces no me ves.
Ambos se miraron, sintieron la magia del entendimiento fluir y, como en un abrazo cálido, sus corazones comenzaron a brillar juntos, llenando el laberinto de una luz dorada.
Al salir del laberinto, la Hada sonrió.
—Ahora saben que pueden compartir sus miedos y alegrías, así el árbol de su amistad florecerá.
De regreso al pueblo, Leo tomó la mano de Tino y lo llevó hacia el Árbol de los Sueños. Mientras sus hojas brillaban más que nunca, Leo le dijo a Tino:
—Siempre serás parte de mis aventuras, amigo. No quiero que te sientas pequeño ni olvidado.
Tino sonrió con los ojos llenos de luz, y desde entonces, en cada juego, en cada risa, el respeto y la escucha se volvieron parte de su amistad.
Y así, bajo el Árbol de los Sueños, Leo y Tino aprendieron que la verdadera magia de ser amigo es saber escuchar, compartir y respetar. Juntos, su amistad floreció en un hermoso jardín de emociones vivas.
Cierre
Así que, querido lector, cuando pienses en tus amigos, pregúntate: ¿Estoy escuchando realmente? ¿Cómo puedo ser un mejor amigo?
Y recuerda, bajo el Árbol de los Sueños, la amistad siempre tiene el poder de crecer.
#cuento terapéutico sobre el respeto a los demás




